¿Has ido alguna vez a una sesión de teatro improvisado? Te lo recomiendo de todo corazón. Es una experiencia sorprendente.
Cada función es única, diferente e irrepetible. No hay guión, todo sucede en el aquí y el ahora.
La primera vez que fui a ver a Jamming en Bilbao, simplemente no me lo podía creer. Mi cabecita controladora (de eneatipo 8) se pasó toda la función buscando el truco.
Y no, no hay truco, aunque sí mucho trabajo previo.
Los artistas de Jamming en Bilbao
Escuela Jamming
Por esos regalos que te da la vida, me he visto inmersa en la creación de la Escuela Jamming Bilbao, en la que los artistas de la compañía imparten sus cursos para todos aquellos interesados en la impro. No hace falta ninguna formación previa, solo una mente abierta y ganas de jugar.
Por ahora, y tras solo dos sesiones de iniciación, ya puedo decir que hay un antes y un después de esta experiencia.
Una compañera ya veterana me dijo una frase que no olvidaré:
«El teatro improvisado ha cambiado mi forma de estar en el mundo.»
Me encantó. Y empiezo a entender a qué se refería.
Si el otro brilla, tú brillas
Como en la vida, en la impro no tienes ningún control sobre lo que va a hacer el otro. Y no deberías tratar de tenerlo.
Tienes que trabajar con lo que él te da, y convertirlo en algo más grande.
El buen trabajo en equipo, en pareja, en familia, es exactamente eso. O si no, ¿cuál crees que es el secreto de los equipos de éxito? Y hablo de éxito vital, el éxito material vendrá solo.
Lo mejor es enemigo de lo bueno
Los bloqueos son lo normal. Al principio nuestra cabeza intenta a toda costa decir lo más ingenioso, lo más divertido, lo más creativo.
La buena noticia es que, como en la vida, no hay buenas o malas respuestas. Hay momentos irrepetibles de los que aprender y, sobre todo, de los que disfrutar.
Permítete cometer errores. La perfección no existe y fallar es la única manera de crecer.
Da vértigo, pero más miedo da quedarse estancado. ¿Te imaginas seguir gateando por miedo a caer?
Crecer es arriesgar
Libres, pero juntos
Todas tus decisiones tienen un efecto, lo que dices (y lo que callas) tiene consecuencias. Esta verdad se hace tan palpable en los cursos de improvisación que casi duele.
Ir por libre suena bien, pero no es posible. Ni en el teatro, ni en la vida. Somos seres sociales, estamos juntos en esto y solo en equipo podemos construir.
¡Escucha!
Confiesa, tú también estás pensando qué vas a decir a continuación cuando alguien te habla. La capacidad de escuchar es irresistible, y es una de la menos extendidas en nuestra sociedad.
Por eso es tan sumamente satisfactorio sentirnos escuchados.
En el teatro de improvisación no te queda otra que escuchar. El lenguaje, verbal y no verbal, del otro es el material con el que construir la historia.
En esto, como en la vida, la generosidad tiene premio.
Consulta los próximos cursos de la Escuela Jamming y, si te ha gustado, ¡comparte!
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