¿Sabes que pasa con la gente que siempre intenta quedar bien con todo el mundo? Que nunca convence a nadie. No engancha.

Si utilizas un tipo de comunicación tan general que cualquiera se puede dar por aludido, consigues exactamente lo contrario. Nadie se siente interpelado.

Nuestro cerebro tiene que sobrevivir entre millones de mensajes, y lo hace seleccionando los que se dirigen a nosotros. Los que nos emocionan o nos hacen reír.

Los que nos solucionan un problema o nos cubren una necesidad.

El tema favorito de tu cliente

¿Sabes cuál es el tema favorito de la gente? Siempre he tenido vocación periodística y, cuando viajaba, me gustaba mucho interrogar a los que me encontraba por el camino. La reacción de las personas jamás fue negativa.

A la gente le encanta hablar de sí misma.

Y, sobre todo, le encanta sentirse comprendida y escuchada.

Si, además, le ofreces una solución o un punto de luz, te estará agradecida para siempre.

Tu cliente, con nombre y apellido

Para poder hablarle, es fundamental saber quién es. Lo que te propongo es hacerle un retrato robot. Deja volar tu imaginación, cuanto más detallista seas, mejor.

Si tu empresa tiene más de un tipo de cliente potencial, haz el ejercicio con cada uno de ellos.

Trata de responder a las preguntas que te pongo a continuación (y a todas las que se te ocurra):

  • ¿Dónde vive? País, región, ciudad, barrio
  • ¿Qué edad tiene?
  • ¿Es hombre o mujer?
  • ¿Qué intereses tiene?
  • ¿Tiene hijos?
  • ¿Practica deporte?
  • ¿Qué lee?
  • ¿Qué escucha?
  • ¿Qué programas de televisión ve?
  • ¿Cómo se alimenta?
  • ¿A qué otras marcas sigue?
  • ¿Qué coche conduce?
  • ¿Cuáles son sus preocupaciones?

Habla con él o con ella, con nadie más

Ahora que ya sabemos quién es, vamos a hablar con él, y en su idioma. Tú mejor que nadie sabes el beneficio que tu empresa le aporta y todos los problemas que le vas a solucionar.

Sobre todo, no te preocupes de lo que piense el resto.

Todos los demás son respetables, pero no son tus clientes.

Busca la calidad por encima de la cantidad. No necesitas millones de visitas, necesitas las visitas adecuadas.

Imagínate ese momento en el que tu cliente ha aterrizado en tu página como si estuviera contigo en una habitación. Tienes unos segundos para convencerle de que se quede. El mensaje tiene que ser claro y auténtico, breve y bien escrito ¿qué le vas a decir?

La verdad ante todo

Para finalizar, un consejo que no me cansaré de repetir. Internet desenmascara muy rápido cualquier intento de engaño, jamás le cuentes a tu cliente algo que no es verdad ni le prometas cosas que no puedes cumplir.

Tu producto o servicio son lo suficientemente buenos como para no tener la necesidad de hacerlo.

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